Sobre la vejez como tabú social
Las políticas sociales con respecto a la tercera edad, lo que solemos llamar vejez, resultan complicadas si las estudiamos según los diferentes países, según si hablamos de pueblos y ciudades, y también, algo a tener muy en cuenta, según los modos de vidas que se han tenido. ¿Podríamos hablar de un común denominador? Sí y no.
Tomadas las diferentes naciones y estados por separado nos enfrentamos a una clásica hipocresía que se utiliza para todo, háblese de niños, mujeres, o ancianos… en teoría existen los mecanismos de ayuda y servicios, especialmente en la sanidad y, por ejemplo en Europa, además, la posibilidad de viajes turísticos o culturales a bajos costes. Esto daría la impresión de que los estados asumen a la perfección la cuestión, por lo que no podríamos hablar, propiamente, de tabú… pero…
La realidad es que la globalización nos está llevando a un callejón sin salida ya que las personas mayores son aceptadas como “cargas” y cada una vive la vejez en función de circunstancias muy particulares. Es decir, el dicho popular de que “una pareja es capaz de criar muchos hijos pero, muchos hijos no son capaces, de cuidarlos a ellos” es una situación que no se suele dar en algunos grupos o etnias que mantienen aún que “la mayoría de edad” es una garantía social de respeto; en nosotros, los modernos y civilizados, no; por lo tanto, en el aspecto psicológico existe mucho daño. El modo de vida actual, especialmente en las grandes urbes, justifica que se dé la falta de tiempo y disponibilidad para atender a las personas mayores, por lo que llegar a “mayor” sin disponibilidad económica origina el sentimiento de ser “una molestia”, “una carga” y como la criatura de padres separados debe aprender a actuar de diferente manera cuando está con la mami o el papi, las personas mayores se encuentran en la misma situación, pero el infante posee la capacidad de adaptación propia de la edad, en cambio, en la mayoría de edad el carácter ya está establecido, por lo están “los abuelos que no dan problemas” y los “clásicos cascarrabias” (lógicamente me refiero a abuelos y abuelas)… De ahí que nuestros países occidentales han encontrado una ”veta económica” en la explotación de los asilos que, dicho de paso, por lo menos en España, el monto es elevadísimo y siempre hay que estar al acecho de que la atención sea responsable. Claro está, un asilo particular no es un sitio de caridad, es otro negocio como cualquiera.
Sí es cierto que en las grandes urbes los espacios públicos muestran que la accesibilidad suelen acondicionarse a ellos, pero porque detrás están las horas de esfuerzos de entidades en defensa de los discapacitados. ¿Una persona mayor es un discapacitado? Sí y no. Sí si lo es, y no si no lo es. No es cuestión de edad. Ser mayor no implica no valerse por sí mismo. Insisto, son circunstancias personales y cada cual padece la suya. Socialmente no es anecdótico que Europa sea un mundo de mayores, como tampoco lo es que son muchos los que viven completamente solos… o acompaños de sus mascotas. Europa es el viejo continente no sólo porque la esperanza de vida ha aumentado gracias a la ciencia, sino porque aquella amenaza de una superpoblación ha resultado ser exagerada… nacen menos niños… y por la misma causa: tiempo, dinero y dedicación… ¡así no se puede vivir la propia vida! Por todo esto, y bajo el imperio de “recortes” para acabar con las ideas “sociabilizantes”, se comienza a educar a los niños en que… preparen, aunque sean jóvenes, talentosos o tarambanas, el dinerillo bancario para “cuando sean mayores”, ya que los estados tienen otras prioridades mayores que atender… y los “abuelos” entran en esa categoría a los que se les trata como parvularios buscándole distracciones u otros entretenimientos porque, una vez descartados del mundo laboral, ¿qué van a hacer?… España lo tiene claro, los abuelos a cumplir con las funciones que no lo hace el Estado en su totalidad: cuidar niños —está demás que aclare que la pasión hacia los nietos no se discute—, contribuir a las necesidades de los hijos casados o, volver a alimentar a los que han regresado al hogar paterno por falta de trabajo; frente a tanta presión “la depre” y los psicólogos. Esta situación se conoce como “los superabuelos” pese que ciertos estudios de la Universidad Autónoma de Barcelona han dicho que no es cierto en función de su trabajo de campo (es decir sobre la realidad cotidiana)… estos futuros catedráticos tendrían que informar en qué campo han hecho el estudio ya que, tal vez, yo desconozca que existe otra España, salvo que… se refieran a la otra, la del dinero, la de esos mayores que publican con orgullo que ellos no piensan en eso de “la jubilación”, claro está, artistas, políticos, catedráticos y etcéteras que pueden todavía “arañar” en sus conocimientos, sus habilidades o simplemente salir en la portada de las “revistas rosas”… también aquí se suma la otra cuestión, la de siempre, pobres y ricos, sean niños, mujeres, mayores.
Suele decirse que la especialización laboral ha permitido el avance o desarrollo social, y en algún momento, los mayores podían cumplir actividades de ayuda o apoyo a su medio sintiéndose, como personas que son, útiles, pero hoy por hoy se da el contrasentido de subir la edad de jubilación, mayor aportación, cuando en realidad en el mercado laboral a partir de los treinta seis años de edad ya no se cumple con los “perfiles de empresa”, es decir. “no se da la imagen”… si los mayores de edad, pese a ciertos beneficios adquiridos, deben enfrentarse a situaciones críticas ante los recortes estatales, ¿de qué servirá una vida en la cual deberás pensar en la mayoría de edad cuando aún no eres joven?… claro, alguien dirá, seguro, “es de sentido común que hay que educar en ese sentido” y tal vez, tenga razón, pero, lo confieso, he carecido de ese “sentido común”… ¡será que es parte de mis defectos!, como el haber llegado, precisamente a la mayoría de edad comprendiendo que los “gobernantes mundiales” están para cuidar de sus nacionalismos y prebendas políticas, y no para que un humano sea persona desde que nace hasta que cesa.
Los humanos no sólo somos útiles en “período” activo o simplemente, cuando votamos, también los somos en la vejez… o así debería ser.
Salvador Benincasa Pagliaro
Terrassa, 19 de marzo de 2017-03-19